Nos enteramos de que ese día no había en el circuito ningún sitio para comer, y nosotros sin nada que llevarnos a la boca. Nos enteramos que había un pueblo "cerca", a tan solo algunos kilómetros. Así que decidimos enviar una expedición, capitaneada por las profesoras Ana Belén y Nadia.
El camino fue largo.
Pero al final, llegamos al pueblo.
El pueblo estaba compuesto por casitas con jardines.
Típica casa alemana.
Casa con un gran jardín delantero.
Tejado con resaltes para limpiar la chimenea.
Bonita casa de madera.
Y por fin, la tienda.
Iniciamos el camino de regreso cargados de comida.
Le decimos adiós al pueblo.
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